Historia de Otto

19.05.2021

Otto llegó a la vida de su mamineja Magaly de una forma inesperada, ella al verlo no pudo dejarlo en las condiciones deficientes en las que vivía, por lo que decidió adoptarlo y darle una buena vida. De primera impresión, el pequeño no se movía pues después de una revisión en el veterinario, se dieron cuenta que no tenía uñas en sus patitas y esta era la razón de su poca movilidad.


Otto en Marzo del año 2020 presentó heridas en sus patitas traseras, pero su familia nunca pensó que pudiera ser algo como la pododermatitis, pues no la conocían. Sin embargo y apesar de que la pandemia por Covid-19 apenas comenzaba, una veterinaria especializada fue a ver a Otto a su casa pero no tenía equipo para examinarlo de la mejor manera y hacerle lavados para lo que podía ser pododermatitis.


Una semana después, Otto deja de comer, de inmediato su familia lo trasladó a Rancagua con otra veterinaria para poder darle un tratamiento adecuado. Después de algunos análisis se confirmó que Otto tenía pododermatitis y les dio un tratamiento a seguir.

El Otto dejo de saltar (no podía mover sus patitas traseras) y sus patitas delanteras se estaban hinchando por lo que gracias a conejos discapacitados, lograron encontrar un tercer veterinario que ayudará con la movilidad de todas sus patitas.


La familia estuvo meses viajando De San Fernando a Santiago en pleno pico de coronavirus hasta que se hizo difícil y tuvieron que buscar algo más cercano, llegando a Santa Cruz donde dos doctoras más coordinaron el tratamiento de Otto, quien empezó con limpiezas diarias en sus patitas, hasta que un día saltó tan fuerte que por su herida se asomó un hueso, ahí la doctora decidió amputar de inmediato y en julio del año 2020 Otto fue amputado y ahí comenzó otra batalla, la limpieza de la herida, donde tuvieron complicaciones y las doctoras pensaron que tenía pasteurella y finalmente tuvieron que abrirle la herida nuevamente y drenar.


Otto a finales de agosto ya empezó a moverse por sí solo. Todo en la casa se adaptó para que él estuviera más cómodo, incluso la familia se acostumbró a rascarle la orejita cuando él quería y a ayudarlo con sus limpiezas de carita. Ahora Otto sigue su vida como si nada, salta por todas partes y regalonea a todo el mundo. Está a punto de cumplir cuatro añitos junto a su familia quienes lo aman demasiado.