Historia "Los Burritos"
Hace varios años Ennii tuvo un conejito Belier llamado Chapo. En ese entonces, ella creía saber todo acerca de los conejos, pues lo llevaba periódicamente al "veterinario", pero no sabía que los conejos deben ser atendidos por un especialista en animales exóticos, y en los lugares donde los llevaba, nunca le hablaron de esto, sino más bien le aconsejaron alimentarlo de zanahoria, lechuga, manzana y pellets. No conocía siquiera lo que era el heno, y menos que debía ser la base de la alimentación en conejos.
Con el paso de los años, Chapo tuvo una compañera, Gorda, una coneja enana, que sin saber que era hembra, quedó preñada cuando sólo tenía 5 meses de edad. La pequeña era de un humor muy particular, bastante enojona y nunca quiso alimentar por sí sola a sus gazapos a pesar de que todo salió bien en el parto, excepto porque se comió a uno de los bebes.
A los pocos meses, Ennii dio en adopción a los conejitos, pero quiso quedarse con uno de ellos, una hembra, según lo confirmó el veterinario. Se llevó una sorpresa a los tres meses, Gorda volvió a quedar preñada, y ésta vez de su hijo, la supuesta hembrita con la que se había quedado.
Nació entonces la segunda camada, producto de la cruza de una coneja enana, con su hijo también enano. Todos los gazapos nacieron muertos esta vez, y completamente deformes a excepción de uno que era muy enanito, y que fue adoptado a los meses por un familiar.
Al ver por segunda vez una camada muerta y deforme, Ennii comenzó a hacer su propia investigación a fondo de lo que pasaba con sus conejitos, descubriendo así el llamado "Max Factor". Al cruzarse con su hijo, y además al ser ambos enanos, "la genética hizo que nacieran muertos y con malformaciones".
La tristeza inunda a Ennii. Ella jamás se esperó algo así, y separó definitivamente a sus conejitos hasta poder juntar el dinero para las esterilizaciones. Todo iba súper bien, hasta que la chica que les hace el aseo en casa, sin saber los soltó al patio en ausencia de Ennii.
"Estaban muy nerviosos, yo le consulté al veterinario qué se podía hacer, porque ese pelo lo tenían ya súper pegado a sus ojitos, y que hasta costra se estaba haciendo. Le mencioné además que la mamá no les quería dar leche a ninguno, ni siquiera a los que nacieron normal y nos veíamos en la obligación de forzar a la coneja a alimentarlos. Los pateaba y salían "volando", estaban todos flaquitos... y él dijo... no se puede hacer nada, si la mamá no los quería, no debíamos forzarla, y si los bebes tenían que morir pues ni modo, ese es su destino natural".
A Ennii se le partía el alma con todo lo que estaba pasando. Limpiaba sus ojitos con tanto cuidado, y lloró día y noche por todo el dolor que estaban sintiendo esos pequeñitos. A esas alturas solo pedía a Dios que se los llevara.
"Platiqué con mis padres, ellos me dieron su punto de vista y fueron sinceros conmigo. Me dijeron que tanto ellos como yo estábamos sufriendo mucho, que esos pequeñitos no iban a tener una buena vida, la iban a pasar muy mal durante toda su vida, y que lo mejor era que los llevara a dormir".
Ennii fue entonces camino a otro veterinario para que los durmieran, esta vez, esta persona los trató muy bien, los revisó y dijo "¿no entiendo por qué quieren que los duerma? estos conejos están sanitos. Sí, tienen discapacidad, sí, tienen deformidad, pero ellos pueden vivir así́ y van a aprender a hacerlo, pero yo lo considero algo muy triste, pues estos pequeñines se ven aparentemente sanos". "Tu trabajo ahora es darles una buena calidad de vida y entregarles lo mejor para sacarlos adelante".
Poco a poco, a medida que iban creciendo, Los Burritos, como los llama Ennii, comenzaron a comer heno y a salir al jardín. Los cuidados iban incrementando, ya que, al tener sus patitas chuecas, se hacían pis y se mojaban, por lo que había que lavar a veces sus extremidades y genitales. Sus patitas comenzaron a enrojecer por el roce y la mala posición, así que hubo que hacer vendajes especiales para mantener la piel y cambiarlos cada dos horas. "Ellos también han aprendido a limpiarse solitos, aunque yo igual debo hacerlo a diario, ellos se las ingenian para lavarse la cara... ya que no se pueden sostener en sus patitas traseras para asearse como un conejitos normal y se tumban en el piso de costado y logran limpiarse" "cuando veo que quieren rascar sus orejas, corro a ayudarlos". "Para evitar la pododermatitis, les tengo cobijas que debo lavar a diario; cada vez que sacan cecotrofos, se los pongo a un lado para que puedan comerlos". "Y en las épocas de mucho frío debo ponerles suetercito".
En la actualidad Ennii viaja una hora y media para llevarlos a un veterinario especialista de otra ciudad. En una oportunidad pasó un susto, pues pensó que podrían tener síndrome vestibular porque ladeaban la cabeza. Les hicieron muchos exámenes porque podría ser diferentes causas. "Me quedé sin dinero, pero una persona que se enteró del caso, los subió a redes sociales, mis Burritos participaron de un concurso de fotos de conejitos y de esa forma pude pagar todos los tratamientos". "¡Ganó la foto de mis bebes! y con eso pude reunir todo el dinero para sacarlos adelante porque se llegó a la conclusión de que era un parásito el que les causaba el ladeo de cabeza, y el tratamiento era muy costoso".
A la fecha los Burritos están bien. Tienen sus cobijas acolchadas y suavecitas, unas para dormir y otras para comer. Ellos saben distinguir dónde está su comida, baño y cama. "Son muy inteligentes, obedecen mi voz, estoy muy sorprendida y he aprendido muchísimo de ellos. Ha sido todo un reto en muchos aspectos, pero me he comprometido a darles lo mejor de lo mejor. Requieren de muchas atenciones diariamente, a toda hora. Son muy juguetones, voy a la tienda de mascotas y les compro muchos juguetes de madera. Se acicalan, juegan a saltos en la medida que pueden. El ladeo de cabeza, según descubrimos con el tiempo, pareciera ser que lo hacen para escuchar porque tienen una muy buena audición, me comentó su veterinario".
Esperamos al igual que Ennii, que la gente aprenda de esta experiencia y esterilice al momento de adoptar una mascota, cualquiera sea la especie, y no se den nunca por vencidos ante alguna discapacidad. La felicidad de todo animal depende de nosotros.