Historia de Cachito
Cachito es un conejo enano, tiene actualmente nueve años con nosotros y calculamos que su nacimiento fue en torno al 11 de noviembre del 2011. Tiene una discapacidad, que es la ceguera de su ojito derecho.
Pero, empecemos por el principio.
Cachito llegó a nuestras vidas allá por el 2011. Fue el regalito de cumpleaños de mi hermana pequeña, que quería un conejito. A ella siempre le han gustado los animales. Y, puesto que era su 18 cumpleaños, vimos que era una buena ocasión. Al ser una mascota la condición era que debía cuidar muy bien de él.
Todos en casa le cogimos cariño enseguida, mis padres, mi hermana y yo. Siempre lo mimábamos y además teníamos un hámster, que al cabo de un tiempo falleció.
Cuando era pequeñín era muy travieso y mordía las esquinas de las paredes, los zócalos, etc. Desde pequeño le acostumbramos a ir suelto por la casa si estábamos nosotros, por las noches y cuando salíamos se quedaba en su jaula.
Debido a nuestra inexperiencia con este tipo de mascotas le dábamos de comer un pienso que más tarde supimos no era el más adecuado, por tener muchos azucares. Le comprábamos heno, pero no comía nada, así que dejamos de dárselo, ignorando su importancia en la dieta del pequeñín.
Los primeros años no paraba, siempre buscaba mimos, era y es muy cariñoso, aprendió a dar "besitos" que son pequeños lengüetazos, cuando está contento. También descubrimos que buscaba el mismo rincón para hacer pis y decidimos poner una caja tipo la de gatos para que aprendiera. Es un hábito que tiene desde entonces, de hecho, muy rara vez se hace pis en su jaula, es muy aseado.
Allá por el 2014, mi hermana y su novio decidieron probar suerte e irse a vivir a New York, y pese a que mi hermana quería llevarse con ella a Cachito, era complicado, así que decidió dejarlo en casa, pues sabía que lo cuidaríamos muy bien. Debo decir que nunca pensé que un animalito es tan consciente de lo que pasa a su alrededor, antes del viaje de mi hermana no paraba de hacerse pis donde ella se sentaba, en su cama, en su ropa, etc. Como si estuviera llamando su atención. Y el día que mi hermana se fue, lo llevamos al aeropuerto y diría que lloró de la pena, pues sus ojitos estaban mojados. Fue un día muy triste. El pequeño Cachito estuvo meses buscándola en su habitación hasta que comprendió que no volvía.
Ese mismo año, en agosto, cachito dejó de comer y se puso malito, así que lo llevamos al veterinario. Fue la primera vez que le hicieron un limado de dientes, ya que, al no comer heno, no desgastaba lo suficiente, y al dejar de comer por la molestia esto le causó un cólico. Fue la primera vez que le dimos papilla y vaya sí la lio, iba lleno de papilla por todas partes, pero aprendió y después se la comía sin problema. Con unos días de cuidados y mimos se recuperó sin problema. Eso sí, el veterinario nos puso al corriente de que debíamos cambiar su dieta y procurar que comiese heno. Así que probamos de todos los tipos, pero al pequeñín no le gusta y no hay manera, al final dimos con el heno de diente de león y el propio diente de león y es lo único que le gusta, pero no llega a comer todo lo que come un conejo. Así que su pienso es especial para que desgaste y así compense la falta de heno. Desde entonces cambie sus hábitos, come algo de fruta a modo premio y verduras, que debo decir que le encantan, en cuanto escucha la puerta de la nevera está ahí para pedir su parte.
Pese a todos los cuidados que le dábamos, tuvo más episodios de estos, de dejar de comer y visitas al veterinario para que le limaran los dientes, pero como lo conozco muy bien, en cuanto observaba que no comía, inmediatamente íbamos al veterinario para evitar complicaciones.
Aun así, en el verano de 2016, un 23 de agosto tuvieron que operar a Cachito para extraerle el ojito derecho. Uno de sus dientes tenía una inflamación que creó un absceso que afectó el nervio óptico, generando presión en el globo ocular y haciendo que su ojito se saliera hacia afuera y sufriera graves daños.
Esto sucedió poco después de un limado, en las revisiones todo estaba bien, de pronto un día observé que su ojito estaba un poco rojo, y a las pocas horas empecé a notar que estaba como hinchada esa parte de su carita, así que fuimos rápidamente al veterinario. Una vez allí, en cuestión de una hora, su ojito se iba saliendo más y más, aunque ya le habían dado medicación y esperamos un poco a ver si remitía. Pero no fue así, ya no había respuesta ocular y la veterinaria nos explicó las opciones: Una de ellas era su operación para quitárselo y la otra dejárselo, pero a riesgo de que se inflamara más y que al no tener respuesta ocular al final se le iría secando.
Así que decidimos aceptar que lo operaran. Aún hoy cuando lo cuento me pongo muy triste, porque fueron momentos muy duros, aunque lo fueron más cuando lo vi después de la operación sin su ojito. Estuvo cinco días ingresado, allí lo cuidaban muy bien y cuando estuvo mejor lo llevamos a casa, con todos los cuidados de su ojito, sus medicinas y demás. Yo pensaba que iba a ser muy difícil de superarlo, pero Cachito nos demostró que, aunque es muy pequeñín es un valiente, se recuperó muy bien, se dejaba curar, y aprendió nuevamente a conocer su casa con esta discapacidad, al principio el pobre se chocaba en algunos sitios, pero con el tiempo lo controló todo. Y aprendió a hacer vida normal. Aunque es cierto que antes saltaba encima de las camas, el sofá, las sillas, etc., y desde entonces no lo hace. Pero, por lo demás, ha seguido haciendo su feliz vida de conejito.
Cuando pasó todo aquello mi hermana seguía viviendo fuera, y también lo pasó muy mal desde allí, y tenía muchas ganas de volver a ver a Cachito. Todos nos preguntábamos como reaccionaria él, si alguna vez volvía. Y ese día llegó en febrero del 2018 cuando mi hermana volvió a casa. El pequeñín se puso muy contento y la llenó de besitos de bienvenida.
Puesto que Cachito había estado conmigo y mis padres tanto tiempo mi hermana decidió dejarlo a mi cargo como hasta ahora, pues he sido yo quien ha cuidado de él durante mucho tiempo. Así que no diría que tiene un dueño/a, Cachito tiene una familia que le quiere y le cuida, aunque es verdad que quien más está pendiente de él soy yo.
Desde aquel suceso, hemos tenido más visitas al veterinario, siempre por su mismo problema de los dientes. Pero como ya lo conocemos más que bien, no tardamos nada en tratarle para que esté bien.